¿Ser pescadero o pescador?

Supe de Vicente Ferrer cuando tenía 17 años. En una clase de Economía de primero de bachillerato, una profesora que se calificaba como "ecologista", que decía comprar en comercio justo y que no tenía tele, nos recomendó ver una entrevista en Canal+ que hacían a Vicente Ferrer (yo también dudaba... ¿no tiene tele pero se compra el tp?). Pese a la incoherencia de la recomendación, aquella profesora, curiosa donde las hubiera, me caía bien y decidí apostar por su oferta.
Llegué a casa corriendo del instituto, encendí la tele y me puse a ver el programita este que había en Canal+ después de comer (no recuerdo el nombre).

Esto ocurrió hace unos seis años.

Ví a un hombre preocupado por el dogma pero más aún por la acción. Lo cual me recuerda lo de no demos el pescado, enseñemos a pescar. Es mejor no dar el pescado y enseñar a pescar; así, aprendiendo a pescar, no pedirán pescado pues sabrán conseguirlo ellos mismos. Y esto, precisamente, era lo que él venía haciendo en un país llamado India.

Creó la asociación Vicente Ferrer (todavía vigente) y la idea de los microcréditos. Él no quería llegar y ponerse a dar comida, no. Él quería que la gente consiguiese su modo de vivir, se sintieran capaces, por eso les ofrecía pequeñas cantidades de dinero a 0% de interés a cambio de ver un desarrollo que les permitiera progresar (un pozo, un huerto...).

A lo largo de la entrevista salían imágenes que me encogían el estómago. Ver a niños descalzos, ver miradas desesperadas, ver pobreza. En ese instante reconozco que me vi allí como una pequeña heroína ayudando a todas aquellas personas y la idea no se me ha quitado de la cabeza. Deseo ir, tener esa oportunidad de ayudar.
Energías aparte, el motivo de mi post no es recordar a mi profesora de Economía, ni el programa de Canal+, ni siquiera las ganas que tengo de ir a India, no. El motivo es apoyar la candidatura de Vicente Ferrer a Premio Nobel de la Paz.


Fue una persona entrañable llena de acciones, de buenas acciones. Luchadora infatigable de un país con una tradición muy arraigada. Un jesuita que dejó el dogma a sus pies para poder trabajar con las manos. Una persona humilde que hizo válidos a los marginados. Una persona que me hizo sentir diminuta y poco grandiosa. Una persona que me hizo parecer invisible y que entró en mi las ganas de colaborar. Él, sí él, se mereció, se merece y se merecerá ser Premio Nobel de la Paz.

Él se lo merece.

Un año sin él.
http://www.nobeldelapaz.org/

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